Los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea (UE) aprobaron a mediados de enero una operación militar bajo la bandera del bloque europeo en la República Centroafricana, en apoyo a las tropas francesas y africanas. Hay que señalar que España participa con 60 efectivos desplegados sobre el terreno.
Esta aventura militar de la UE, a petición de Francia (que tiene en la zona unos 1.500 militares), conviene analizarla en el contexto de un continente azotado tradicionalmente por las injerencias de los países europeos. Esta injerencia en los países africanos, ha estimulado el enfrentamiento este etnias, tribus y naciones, con el objeto de acaparar los reservas de materias existentes. Un continente sumergido en la pobreza por el afán de las multinacionales europeas y estadounidenses de apropiarse de los recursos existentes.
Sin remontarnos mucho al pasado, si conviene revisar la actuación europea en África. Analicemos las posesiones que tenían las principales potencias colonialistas europeas el pasado siglo XX.
Francia (sus empresas) tenía 9,6 millones de km2, ¡20 veces la extensión de España¡; Gran Bretaña, disponía de 5,8 millones y Alemania de 2,4 millones. Teniendo en cuenta que África tiene un extensión de 30 millones de km2... sumen y saquen sus conclusiones.
El asentamiento de la Revolución Industrial durante el siglo XIX, exige que la industria manufacturera obtenga materia primas para sus fábricas, y que mejor que conseguirlas en un continente con sobrados recursos de todo tipo. La I Guerra Mundial, no hace sino acentuar la explotación de estos recursos por los países colonialistas europeos.Si observamos los mapas de África, vemos que muchas fronteras están trazadas con tiralíneas, método que usaron los países coloniales para repartirse zonas de influencia, sin importarles el separar etnias o ecosistemas.
La guerra del Chad, la aventura inglesa con los bóers (dejando ambas partes al margen los derechos de los habitantes negros)... alientan los deseos de independencia de muchas regiones o países.
Esta historia reciente (hay muchos antecedentes de siglos anteriores), están ocasionando un caldo de cultivo para que opciones político-religiosas puedan medrar en su propios intereses, en muchos caso alentadas por otras potencias colonialistas.
Quizás convenga recordar el despliegue militar a raíz de secuestros de barcos por "piratas" somalíes. El saqueo de los recursos pesqueros de algunos países en Somalia explica como un número muy significativo de pescadores locales se han hecho piratas. Estos pescadores faenaban en sus costa entre los 300 m y 1 km; han tenido que irse hacerlo a más de 5 km mar adentro con sus pequeñas barcas.
Hay que señalar que esta situación no sería posible sin la connivencia de algunos gobiernos locales, asentados sobre las migajas que les dan las empresas, con una corrupción que lleva incluso a quedarse con las ayudas de Agencias Internacionales.
El pasado 27 de enero, la ONU ha dado luz verde al despliegue de este contingente militar europeo.
Actualmente el dominio del colonialismo para por la compra de tierra a precio de saldo y dedicarlas a la producción de alimentos para exportar o para biocombustibles. A pesar del oscurantismo de los datos, se calcula que hay en África subsahariana unos 3 millones de km2 en poder de empresas multinacionales de distintos países.
Una cuestión fundamental es que los trabajadores, los agricultores y las comunidades locales, inevitablemente perderán acceso a la tierra para la producción local de alimentos. Sencillamente se está entregando la base misma sobre la cual construir la soberanía alimentaria. Se está reestructurando el sistema. Estas tierras serán transformadas de pequeñas propiedades agrícolas o bosques comunales, en grandes fincas industriales conectadas a grandes mercados lejanos. Los agricultores dejarán de serlo y pasarán a una situación obrero semiesclavo.
¿Y España qué? Pues que también tenemos nuestra parte del pastel.
La empresa Agrogeba consiguió en Guinea Bissau, la concesión de 3.000 hectáreas durante 99 años, con el objetivo declarado de favorecer la modernización de la agricultura y reducir la importación de arroz, alimento clave del país.
Agrogeba ha contratado guardias armados para vigilar "sus" tierras, impidiendo el paso de los vecinos expulsados o de su ganado. Recientemente, han disparado contra una vaca porque "podía pisotear la plantación de arroz". Y más a más, la fumigación de las tierras se realiza con avionetas y unos pesticidas que deben aplicarse con temperaturas inferiores a 20º, cosa casi imposible en Guinea Bissau.
Y como corolario decir que Agrogeba es parte del grupo petrolero Petromiralles, de los hermanos Josep María y Pere Torrens Ferrer. Ambos están pendientes de juicio en la Audiencia Nacional, acusados de fraude fiscal de más de 100 millones €, blanqueo de capitales, maquinación para alterar el precio de las cosas y falsedad documental.
El embajador europeo en Guinea Bissau, el español Joaquín González-Ducay, ha expresado el deseo de apoyar a Agrogeba a través de un programa de apoyo agrícola que cuenta con un presupuesto total de 10 millones de €.
En definitiva, nada nuevo bajo el Sol. La explotación capitalista no tiene fronteras.