lunes, 9 de noviembre de 2009

Ayer como hoy

Muro de Palestina en construcción.

Hace veinte años cayó el Muro de Berlín, el llamado Muro de la Vergüenza. Una afrenta que separaba en dos parte a Alemania. Bien caído está, una alegría para el mundo que desde ese momento se hizo algo mejor. Hay que honrar a las 160 personas que murieron por saltarlo huyendo de la opresión.
Pero no es el único que existe. Hoy tenemos otro muro quizás peor.
El muro es gris, liso e indeferente al dolor. Es una representación mnecánica, a gran escala, del juego de Lego. Separa a la Humanidad. Es una cruelda que condena al hambre y exterminio al pueblo palestino y condena a la vegüenza al pueblo judío.


Es el exponente más alto de la opresión del sionismo judío sobre una pueblo errante, sin medios de sussitencia, con niños que mueren a diario o por el hambre o por las balas.
En Berlín han sido 160 muertos en 40 años; en Palestina esa cantidad se ha alcanzado en solo un año.
¡Abajo los muros! vergüenza debería darles a nuestros políticos doblegarse a las exigencias israelís.

Lucía M.

El muro es gris, duro, liso e indiferente.

El muro no tiene la prestancia de la belleza arquitectónica. Es una reproducción mecánica del juego de Lego a gran escala, jugado más allá de la frontera de la dignidad humana, una pieza después de otra sobre la carretera, casa, terrenos, olivos y recuerdos de generaciones de antiguos ciudadanos de esa tierra.

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