miércoles, 3 de agosto de 2011

Conocer quien es el enemigo

Cuando veo el mundo a través de las cámaras, no me gusta lo que veo. Sin duda, lo que se muestra es lo malo que es lo que no esperamos, y por eso es noticia.
En los años sesenta queríamos un mundo mejor, hoy queremos un automóvil mejor. ¿qué pasó con la ilusión de la juventud? ¿qué pasa con la juventud? parece cierto lo que dijo aquél en un discurso: «Hemos dado un giro de trescientos sesenta grados» para quedarnos donde estabamos.
Miseria, hambre, violencia consecuencia de actos que algunos llaman ¿inhumanos?. Consecuencia también, de que los preceptos éticos que empleamos, muchas veces sacados de anticuados libros, no sirven. Hemos cedido a nuestra herencia cavernícola. Necesitamos nuevas ideas para combatir al enemigo, y para combatirlo con eficacia debemos, antes que nada, conocerlo.
Las Naciones Unidas proclamaron en 1990 ocho objetivos de desarrollo del milenio, que abarcan desde la reducción a la mitad de la pobreza extrema (aún quedaría la otra mitad) pasando por la detención de la propagación del VIH/SIDA hasta la consecución de la enseñanza primaria universal para el año 2015 (quedan 4 años escasos).
Los objetivos son relativamente modestos ya que eliminar pobreza extrema no es eliminar pobreza, pero el progreso ha sido raquítico. La prueba de que el sistema socioeconómico neoliberal es un fracaso está en los datos. Si comparamos el estado del planeta hace 50 años con el presente vemos muy poco en términos de mejora, a menos que que se mida mejora por el número de móviles, por ejemplo. La desigualdad de ingresos y de riqueza ha aumentado. El dos por ciento de los más ricos del mundo son propietarios de la mitad de la riqueza del mundo, mientras los 50 millones más ricos tienen ingresos iguales al de los tres mil millones más pobres (la mitad de la población mundial).
Dos corrientes son las que bloquean el desarrollo de nuevas ideas: el creciente totalitarismo del estado y del espíritu. El estado, con el poder económico de los abrumadores intereses corporativos y el creciente y sigiloso efecto de sus servicios de inteligencia y desinformación, inventa una realidad a su medida y monta guardia sobre los que puedan significar una amenaza, preparado para desaparecerlos si fuera necesario. Por otro lado, las iglesias se entrometen hasta en lo más íntimo del individuo, manteniendo con miedo lo que la razón no aguanta. Poco espacio queda para escapar del inevitable resultado de la fusión de estas corrientes que se convierte en un torrente arrasador que desemboca en el fascismo. El lema fascista: “Credere, obbedire, combattere”, sirve a ambos. Dentro de este pensar y proceder monolítico queda poco espacio para la disidencia, para nuevas ideas, apenas una grieta angosta que no logra romper el bloque. Pero tanto en la biología como en la sociedad, no pueden surgir nuevas formas si no hay variedad, si no se producen mutaciones… en el pensar.
Aquí en la Tierra, algunos lanzan bombas con la ridícula idea de imponer la libertad y democracia y otros se convierten en bombas humanas para su causa, y lo hacen en nombre de la dictadura celestial, que promete el paraíso a los obedientes. Para algunos, en el paraíso les esperan decenas de vírgenes para goce eterno, por lo cual están dispuestos a inmolarse, aunque por desgracia parece que por un pequeño error de traducción, lo que realmente les espera son uvas. Sí, uvas blancas. La humanidad convertida en un teatro del absurdo por el poco uso de la mente.

Modelo de confesionario instalados en El Retiro madrileño pagados con la ayuda de nuestros impuestos, gracias a la "bondad" del Gobierno "socialista" que quieren el perdón.

Llama la atención que ese dictador, un ser todopoderoso, omnisciente, omnisapiente y bondadoso, no haya expresado su ira por el estado de las cosas, ni tan siquiera manifestándose en forma enérgica por medio de su representante aquí “abajo”. Pero ya sabemos que ese tampoco tiene los cojones necesarios para condenar lo que hay que condenar, al igual que un antecesor suyo no dijo ni pío cuando los nazis exterminaban a millones de seres humanos.
Han impuesto una globalización política y económica a su conveniencia. Pero la tan sonada globalización se limita a intereses imperiales; no se globaliza la justicia, el bienestar, ni la libertad y democracia a pesar de las bombas.
Se ha globalizado una ficción, una ilusión de bienestar, una quimera de un futuro demostrablemente inalcanzable, no muy distinto del proverbial cofre de oro al final del arco iris. Hay leyes que lo impiden y no son divinas, sino que son reales: leyes de la termodinámica que impiden ese futuro con certeza matemática, basta saber sumar y restar.
Hay quien dice que los extremos se tocan, lo irracional de los polos, Pero antes de concluir que si combatimos los extremos todo estará bien, debemos darnos cuenta de que los extremos sobreviven gracias al consentimiento de los moderados, que callan porque en realidad comparten las ideas que fundamentan el extremo, basadas en el grotesco cuento antiguo de infiernos y paraísos inventado por unos nómadas ignorantes. No condenan de forma enérgica y tajante a todos aquellos que con actos violentos piensan ganarse el cielo. La tolerancia a los intolerantes conduce en última instancia a la tiranía. En la Biblia, ese libro que se usa para bendecir y castigar, se dice:
Entonces Moisés habló al pueblo, diciendo: Armaos algunos de vosotros para la guerra, y vayan contra Madián y hagan la venganza de Jehová en Madián. Y pelearon contra Madián, como Jehová lo mandó a Moisés, y mataron a todo varón. Y los hijos de Israel llevaron cautivas a las mujeres de los madianitas, a sus niños, y todas sus bestias y todos sus ganados; y arrebataron todos sus bienes, e incendiaron todas sus ciudades, aldeas y habitaciones se enojó Moisés contra los capitanes del ejército, contra los jefes de millares y de centenas que volvían de la guerra, y les dijo Moisés: ¿por qué habéis dejado con vida a todas las mujeres? Matad, pues, ahora a todos los varones de entre los niños; matad también a toda mujer que haya conocido varón carnalmente. Pero a todas las niñas entre las mujeres, que no hayan conocido varón, las dejaréis con vida. (Números 31, 3.7.9-10.14-15.17-18)
Aquellos que la llevan bajo el brazo pueden hacer todas las elucrubraciones mentales que quieran para extraerse de lo que es obvio, pero para el que no ha perdido el cerebro esto se describe lisa y llanamente como genocidio. No hay mas vuelta que darle.
Debemos luchar a toda costa contra el enemigo, pero no con un fusil al hombro y un libro sagrado bajo el brazo sino que con una renovada ética secular y con la fuerza humilde de la razón en vez de la razón arrogante de la fuerza. Para triunfar es necesario conocer al enemigo. «Conócete a ti mismo» es una frase que se le atribuye al célebre Sócrates e indudablemente lo dice todo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"pagados con la ayuda de nuestros impuestos" Alguna referencia? o es totalmente infundado???