martes, 9 de agosto de 2011
¿Qué hacer?
Según diversas encuestas, parece que hay 6 millones de españoles que afirman que han participado en el movimiento #15M. Así mismo un 76% de la población está de acuerdo con las reivindicaciones del movimiento, aunque hay un 20% que no comparte lo de las acampadas en plazas públicas.
Si esto es cierto, algo no funciona en el mecanismo de canalización de las protestas populares. Las organizaciones políticas, sindicales y sociales se han situado al margen de este movimiento (aunque fuera con cifras mas modestas), consciente o insconcientemente.
¿Qué hacer? es la pregunta que las mayorías de los instalados dentro del sistema se plantea. Unos se acercan desde una actitud interesada, otros como observadores "intelectuales" para analizar los mivimientos de masas, otros con miedo a que se les mueva el suelo, y unos pocos deciden participar y...ya veremos como sale todo esto.
Ya hubo en tiempos pasados quién escribió sobre el espontaneísmo en la lucha de clases. Esto se origina en explosiones producidas por las injustas leyes que marca el capitalismo. Sin embargo, son las organizaciones de clase las que deben abrir cauces de canalización de las reivindicaciones y sus expresión mas espontánea.
Ya Gramsci hablaba de "que la teoría (dirección política) y la espontaneidad no pueden estar enfrentadas entre sí". Antes, Rosa Luxemburgo circulaba alrededor de la idea de que la simbiosis entre la espontaneidad y la consciencia ocurriría si se superaban los obstacúlos burocráticos existentes.
La ofensiva capitalista, en sus manifestaciones mas brutales, está llevando a enfrentamientos entre sectores de la misma clase, buscando su lugar dentro del poder, todo ello a costa de un aumento de la presión sobre los mas desfavorecidos. Así mismo, se está reubicando las clases dominantes en cada país para repartirse zonas de influencia, acentuándose la división norte/sur.
Sin embargo, hay un factor en España aún no sabemos como va a incidir en la expresión del movimiento de protestas de las clases populares. Nos referimos a la ausencia de los sindicatos en estas protestas. La desmovilzación de los trabajadores (producto de varias circunstancias coincidentes), es un obstáculo que hay que remover.
Otro aspecto que no se puede obviar es que las leyes deberán ser cambiadas en el parlamento, por lo que las clases populares deberán contar con unos partidos políticos fuertes que canalicen (y no sean un fin en sí mismo) y organicen la fuerza de estos movimientos.
La reflexión sobre este y otros aspectos no deben paralizar la acción de cada momento, combinando la calle, la acción política y la reflexión teórica.
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